6.3.10

Claire

Anoche supe que pasó con ella, vi el final de una película que empecé a ver hace varios meses. Misma que no terminé de ver porque se acabó la batería de mi lap. El único aparato encendido en todo el departamento.

Fue el día que sin duda me he sentido más asustada.

Era un día normal, entre semana. Salí del trabajo cansada y tomé el camión que me llevaba al metro. De ahí abordé uno de los vagones anaranjados, que se encontraban inusualmente llenos para esa hora del día. No le di importancia y durante el viaje escuché algo de música. Tarareé la canción hasta que salí del vagón, canté un poco en los andenes...hasta que subí las escaleras hasta la calle y me di cuenta que el único punto iluminado en la calle era la luz difusa del túnel del metro.

No sabía si caminar, si regresar al metro. Faltaban más de 5 cuadras largas sobre una gran avenida. Las últimas gotas de llovizna caían frías sobre el pavimento. Di algunos pasos animada por la luz del metro, aunque escasa; presente. Oí crujir hojas de un árbol y ello me alertó aún más...-no puedo ver ni lo que piso.- Miré las calles, el tráfico era anormal. Unos pocos coches pasaban lentamente, siguiendo caminos imaginarios sinuosos como serpientes. ¿qué esquivaban?....¿cómo llegaría a mi casa?.

Tomé el celular como lo haría en cualquier emergencia, llamé a mi compañera de departamento y le pregunté -¿dónde estás?- y me respondió -tengo miedo, estoy caminando a la casa y no veo nada-. Le dije un chiste, que salió de los puros nervios, creo. Colgamos y le dije que igual iba en camino pero no sabía ni como. Una súbdita corriente de aire me devolvió a la idea de hacer y dejar de pensar, pude sentir que silbaba entre las ramas que aún permanecían colgadas en el árbol. No tenía idea de que había pasado.

Caminé y me alejé más de la luz que ahora veía tan tibia, las pobres luces amarillentas de los vehículos que pasaban ocasionales dejaban rastros de luz y durante ellos apresuraba el paso oyendo toda clase de crujidos. Mentalmente repasaba: hoja, envoltura, botella de pet, piedra, banqueta. Tenía miedo de chocar con algo. Realmente no veía nada, por instinto extendí las manos frente a mí y si algo o alguien estuviera delante mío lo tocaría con las manos primero. Era aterrador, por momentos pensaba que pronto sentiría alguna tela cálida y que sería una persona menos asustada que yo y buscando sacar provecho a la situación. Apreté mi bolsa hacia mi cuerpo, como si eso fuese lo más malo que pudiese pasar. El viento me aulló.

No sé cuanto tiempo pasó, probablemente hayan sido 20 minutos, pero para mí fueron horas. Cuando caminé suficiente esperé que coches iluminaran mi camino para descubrir si la callecita lateral era la que debía de tomar. Sí era. La tomé, ahí no pasaba ningún vehículo y sentí ganas de correr pero era imposible con tanta negrura abrazando todo; los edificios, los árboles, a mí. Los músculos de las piernas se sentían cada vez más compactos, adoloridos de tanta tensión, por el frío. El viento me había despeinado el cabello. Las banquetas estaban llenas de ramas, pude distinguir árboles apoyados en los cables del trolebus, tropecé con muchas cosas, nada vivo.

Tengo un vago recuerdo de que al tomar mi calle troté hacia la puerta del edificio, el aire helado acarició rudamente mis mejillas y por un minuto sentí que desafiaba al mundo. Mi llave la había sacado cuadras antes siquiera y la apreté tanto que mi mano tenía manchitas rojas al día siguiente. Cuando entré mi compañera estaba aterrada y parada aún junto a la puerta; con una vela en la mano. Todo estaba lleno de hojas, adentro del departamento habían también. Su cabello, mi cabello. Cuando pude ver bien su cara pude sentir a una hermana de miedo; me platicó que vio un par de accidentes, que no supo como llegó a la casa, que estaba empapada. Después del consuelo cada una fue a su cuarto. Ella se durmió y yo estaba tan nerviosa que encendí todas las velas de mi cuarto, habrán sido unas 19.

Encendí la laptop, por supuesto no había internet. Tengo que hacer algo, me temblaban las manos. Tomé la bolsa fría que estaba sobre mi buró y vi un DVD que había comprado el fin de semana anterior "Les Brodeuses" leí en la portada y rápidamente la puse y me recosté. La luz del monitor fue reconfortante. Luz al fin. Frente a mí apareció una pelirroja francesa, hermosa.La vi bordar piel de conejo en una estola. La vi. Hasta que la batería de la lap se terminó y el monitor se apagó abruptamente dejandome terminar aquella noche de miedo solamente con mis velas, pero ya no me sentía inquieta. Mi cuarto olía a vainilla y cuando dormí sentí que tenía en las manos la piel de conejo...las telas tan suaves en el telar...ya no me preguntaba qué había pasado afuera sino....qué habría pasado con Claire.



Claire
Les Brodeuses, película de Eléanore Faucher



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