22.6.09

Suavecita

Ayer fue un día triste.

Me llegaron muchos correos con felicitaciones, promociones y etc. del día del padre.
El último que recibí fue de un restaurante de Mérida que se llama La Beltraneja, que por cierto creo que es de Manzanero.
Estuve tentada a responderles -gracias pero no tengo papá-. Como broma llena de amargura me di cuenta que el pobre individuo que solo le da send al flyer no tenía la culpa de que yo no tuviera nada que celebrar.

A la hora de la comida me fui a casa de unos amigos, comimos y vimos la últimísima de Batman que yo no había visto...muy buena. En el camino de regreso mi amigo cumplió la tradición de cada viaje a mi casa y me dio detalles de lo ocurrido con el caníbal de la Guerrero, como siempre me señaló el balcón del departamento donde vivía y como cada vez que se repetía este ritual guardamos silencio un momento, cada quien imaginando la parte de la historia que le llamó más la atención. Yo hablaba con él en la oscuridad del coche en movimiento, se dio cuenta de unas pocas lágrimas en mi cara y después de una nueva pausa me contó lo último de la historia del caníbal.

Cuando llegué me vi al espejo y noté en mi cara un par de imperfecciones muy solucionables, tomé un par de cremas, algodones y artilugios. Me senté en la cama y con un espejo en mano me las fui aplicando una a una, para finalmente apagar las luces con la cara embarrada de crema. Hoy al levantarme y lavarme la cara se sentía suave...jovial.

El domingo terminó, pero me sigo sintiendo como en pleno día del padre. Como cada mañana, tomé el camión que me lleva al metro que me lleva al camión y no pronuncié más palabras que -uno-. En el metro pensé flemáticamente en la importancia que tiene el ponerse suavecito a la hora de viajar en transporte público, recordé que hace dos años, cuando empecé a usar el metro, iba tensa; primero esperando que me asaltaran y luego porque con los frenones y empujones temía acabar de boca en el suelo...nunca sucedió ninguna de las dos; y ponerme tensa no ayudó en nada. Hoy en la mañana vi a dos señoras leyendo lo que decía mi bolsa...las vi sonreir y yo sonreí antes de seguir mirando por la ventana.

El cielo está más gris, hay frío; ya me bajé del metro y sigo pensando que lo mejor es quedarme suavecita todo el día.

PD Mi bolsa decía -hormigas en mi bolso- y tiene dibujitos de hormigas rosas por todas partes.