25.5.07

LETARGO AMOROSO SABOR CAFEÍNA

O incoherente exposición de un diálogo tácito

No. Murmuró antes de regresarse el cigarro a los labios.
Ella se quedó en silencio mirando los trazos que el humo dibujaba en el aire.

Uno, tres, seis, nueve segundos después prosiguió con su relato.
-Nunca los quise demasiado, quizá porque no nos parecemos en las cosas importantes.- Sus ojos parecieron encenderse como el cigarro en turno. –Podría ser...encariñarse con personas es peligroso, los animales mueren pronto; así que tampoco es buena opción quererlos mucho ¿no?.-

Gerardo perdió la mirada entre los meseros del café sin importar que su silencio incomodara a Lucía. Ella no amaba el café, pero aún así asistía puntualmente a sus citas en el lugar acordado y de vez en cuando aceptaba un café americano, solo para acariciar los bordes de la taza por horas; olvidando su contenido hasta que quedaba frío. A la hora de partir, apuraba sorbos hasta llegar al final, como si el compromiso de su asistencia incluyera la obligación de terminar el líquido amargo.

Aunque era consabido que nadie se movería de su silla por un buen rato, ella tomó la taza y no la dejó nuevamente en la mesa hasta ver el fondo blanco de la cerámica. -Made in México-, lindo diseño. Gerardo despertó de su letárgica pausa para mirar las manos de ella, quizá quería tomarlas, pero no se atrevió; en vez de hacerlo soltó la primera pregunta que le vino a la mente. ¿Aún lo amas?.

-Amor, todavía no sé exactamente qué es, pero creo que no amo a nadie…eso sí, a él no.- Lucía pasaba la lengua por el paladar y Gerardo sonrío para sus adentros mientras apagaba el cigarro sobre el cenicero. No queriendo contar sobre su amargo historial amoroso, balbuceó un escueto -Nosésiquieroamardenuevo- y apagó también su cigarro.

Hablaban de amor pero no era eso lo que sentían, hablaron de fotografías, hablaron de juegos de infancia y otros viejos recuerdos; pero en los movimientos de ambos se hablaba de otra cosa. Lucía se descubrió varias veces pensando en pasar su dedo índice por los labios de Gerardo; y éste ignoraba su deseo de acariciar el hombro que la blusa de ella dejaba al descubierto. El tiempo parecía hacerse más viscoso y lento cada vez.

Era tarde ya, el lugar se fue vaciando sin que lo notaran; ninguno de los dos supo si fueron las historias compartidas o las distracciones tácitas de aquellos pensamientos que guardaran para sí mismos lo que hiciera pasar el tiempo tan rápido. Cuán diferentes son Gerardo y Felipe. Pensó ella mientras parpadeaba recorriendo su rostro con la mirada. ¿Cómo se sentirá tocar su piel? Se ve..tan distinta. Él seguía hablando de su familia, de su trabajo; coleccionado palabras que sobraban.

Lucía quería abrazarlo y hacerle olvidar aquellos dolores rancios y callarle la boca con un beso; pero no hacía nada de eso, solo le miraba atenta y durante los silencios ubicaba estratégicamente comentarios en los que no se concentraba mucho. Le dolía la espalda, sentía mucha tensión, tenía miedo de ilusionarse y que él no estuviera sintiendo lo mismo. Aunque el dolor le era macabramente familiar no estaba dispuesta a exponerse tan temerariamente a sentir de nuevo; así que se mantuvo muy quieta y controlada en la silla, por su espalda…y por su corazón.

De alguna manera Gerardo intercaló entre minutos, comentarios sobre mujeres, sobre sus pasiones y amores. Lucía a pesar de no haber incluido sus historias, comparaba mentalmente a las parejas de Gerardo con hombres que había conocido a lo largo de su vida –Todos tenemos a una Leticia o a un Felipe en el historial- dijo sonriendo.

Diablos. Pensó él mientras sonreía correspondiendo el gesto de ella. No puedo sacar nada de esta caja blindada con blusa de algodón. Lucía estaba tan concentrada en su parloteo que no notó que él no la estaba escuchando. Las mujeres son difíciles; y aunque sean diferentes, todas son difíciles de entender; yo soy uno nada más y ellas son muchas, nunca lograré entenderlas.

La razón habría sido el más grande apoyo de Gerardo durante muchos años, lo minucioso de su trabajo era el refugio perfecto de su metodológico pensamiento. ¿Verdad que sí? Preguntó Lucía abriendo aún más sus ojos verdes. Él, confundido despertó de su letargo para decir –claro-. La sonrisa que ella esbozó relajó a Gerardo. Me gusta, después de todo es sencilla.

Sencilla era el único adjetivo que Lucía no hubiera escogido para calificarse, ya que su intrincada personalidad y sus múltiples facetas parecían ser siempre tan inesperadas que en ocasiones la hacían orillarse al caos. En el trabajo era de mano muy dura, puntillosa y tacaña con sus sonrisas. Con sus amigos era diferente, ya que se mostraba alegre, segura y hasta coqueta; pero era con sus parejas cuando podía darse el lujo de ser cariñosa y consentidora. Hacía tiempo que no era cariñosa con nadie.

Gerardo no sabía mucho de Lucía, sin embargo al mirar sus ojos verdes podía saber que había sufrido mucho, solo adivinó...-Tú y yo nos parecemos mucho- Le dijo mientras tomaba la mano de Lucía para ponerla entre las suyas. Ella se puso tan nerviosa ante aquel inesperado gesto que delicadamente se safó y extendió la mano hasta la cajetilla de cigarros de Gerardo. ¿Qué estoy haciendo? Si es lo que quería, soy una tonta. No entiendo, ¿será que estoy equivocado?. Carajo Lucía, ya te desacostumbraste de los hombres. -¿Tienes encendedor?-

-Si, permíteme- dijo para admirar el beso que le diera la luz de la llama al rostro de Lucía. Sin duda es una mujer hermosa. Ella miraba el encendedor contrariada y recriminándose el haber retirado la mano. A lo mejor piensa que soy una mojigata, quizá después de este día no quiera verme más. Gerardo se sentía apenado, porque quizá había actuado demasiado rápido, pero al mirar la cabellera de ébano de ella no podía pensar sino en tocarla.

Tócame de nuevo. Pensaba Lucía, e inconscientemente le miraba a los ojos fijamente. ¿Qué hago? Un parpadeo nervioso se apoderó de él mientras fruncía el ceño ligeramente. Rayos. Musitó ella cuando se decidió a extender su mano hasta acariciar la de él. Pero como si emanara peligrosas radiaciones la soltó después de breves segundos que a ella le parecieran horas. Gerardo sonrió y dándose cuenta de la situación le preguntó a Lucía si deseaba pedir la cuenta. Fue un alivio.

Gerardo solía comportarse como un caballero, por lo que la acompañó hasta su auto. La despedida fue muy rápida; ambos subieron a sus automóviles y se marcharon del sitio. Justo cuando Lucía estaba por llegar a su casa pudo ver brillar la pantalla de su celular sobre el asiento del auto -¿Sí?....¿Gerardo?-
-Si te hubiera abrazado, no te hubiera podido dejar ir.-
-Lo hubieras hecho.-

15 comentarios:

Antronautus dijo...

Tienes un talento muy especial. Hace unos días te iba a regañar por violar el principio scriptum scripsi que para algunos es tabú personal. Lo pensé mejor y que bueno, porque así son más sinceras las gracias que te doy por este hermoso post.

Galleta Chicken dijo...

Te agradezco mucho el comentario, gracias por continuar leyendo.

¿Cuál es el principio scriptum scripsi?

Un abrazo

Antronautus dijo...

Yo no explico las cosas tan bien como tú pero traté de hacerlo de manera semicoherente en mi blog.

Galleta Chicken dijo...

¿Te refieres a la permanencia de lo escrito?

Antronautus dijo...

No me hagas caso, para mí es un tabú personal. Por eso, creo (entre muchas otras razones)que no escribo.

Galleta Chicken dijo...

Mmmmm; yo creo que sí deberías escribir más...¿y si me cuentas sobre ello en un mail?

MissPennyL dijo...

¿Camisetas personalizadas? ¿Con los posts? ¿En Portugues? YO QUIERO!!


Buen posta Gaby.. bonito. :)

Gerardo dijo...

Qué interesante relato; ¿lo escribiste ahora, o es algo que publicaste ahora pero ya tenías escrito? Siempre es iluminador para un hombre escuchar la perspectiva femenina sobre estos temas de pareja. Y me dio mucha risa que tu personaje se llame Gerardo (por cierto mis dos abuelitas se llaman Lucía). Detecté un pequeño errorcito en el penúltimo párrafo, cuando el personaje masculino se refiere a Lucía como "Sofía". Pero bueno, eso no es nada.

Lo que sí me gustaría mucho es que leyeras estos cuentos sobre temas muy parecidos que he publicado en mi blog desde hace tiempo. Todos son de autores mexicanos contemporáneos poco conocidos, pero excelentes.

Este cuento de Edith Villanueva Siles, "Seducción", es muy muy duro, pero trata de una situación muy parecida a la que tu narras (la primera o una de las primeras salidas de una pareja) igualmente desde un punto de vista femenino. Aunque la situación se desarrolla de una forma salvajemente inesperada.
Este es mi favorito de los tres,
"Ignorancia" de José González Méndez, sobre los problemas de las parejas casuales en el nuevo milenio.

Y este es buenísimo también, "Detalles más, detalles menos" del zacatecano Simitrio Quezada, o los problemas de pareja en la era cibernética. Por cierto, cuando vi la película "Closer" (aquella de Julia Roberts y Jude Law) pensé que era un vil fusil de este cuento.

Por último, creo que el más reciente de esos cuentos lo publiqué en mi blog en el 2004, así que hago referencia a ciertas mujeres que ya no están conmigo.

Ojalá los puedas leer. Ahí me dices qué te parecieron.

P.D. ¿Usas el MSN?

Gerardo dijo...

Y releyendo tu texto, me parece especialmente poca madre cuando el hombre piensa "esta mujer es sencilla", y la voz mental de la mujer/narradora se molesta y responde que ninguna mujer es sencilla. Muy chido.

Anónimo dijo...

me encanto, algo parecido he vivido ultimamente...

Sabes que siempre te he dicho que tienes un don muy especial Gaby!

Galleta Chicken dijo...

Janis; me alegra que te haya gustado...sobre las camisetas, el portugués y yo no nos entendimos así que decidimos no hacer negocios, jajaja.


Antronautus; recibí tu correo, lo encontré muy interesante y aún estoy rumiando mi respuesta, tardará pero llegará.

Ger; ya corregí lo de Sofía, es que es otro de mis nombres preferidos y mezclé el lavado con el planchado, ahora mismo leeré lo que me sugieres, te agradezco muchísimo que andes por aquí.
Lo de los nombres, es una casualidad muy simpática ¿no crees?.

Elsita; Ya me imagino...¡me tienes que contar!, espero que nos podamos ver en estos días; besotes.

Anónimo dijo...

SSIII! te tengo que contar! =)

Gerardo dijo...

Jejeje así es, muy simpático eso de los nombres. Sofía es un buen nombre. Gerardo, por cierto, es un nombre de origen alemán que quiere decir "fuerte lanza"; me parece que el primer Gerardo (o Gerhardt) fue un rey de las cruzadas. No recuerdo qué quiere decir Gabriela. ¡Y ojalá puedas leer los cuentos (soy gran fan de esos tres autores desconocidos, y me interesa que dejen de ser desconocidos)!

Gerardo dijo...

Pues lo que sí recordaba es que tu nombre tiene origen hebreo, pero me sorprende que al igual que el mío tiene un origen guerrero, casi militar. Gabriel (el arcángel) era el "hombre fuerte de Dios", o representaba la "fuerza de Dios". Entonces tú eres la "mujer fuerte de Dios". Lo que aún no recuerdo es quién era el arcángel que tenía la espada de fuego, si era Miguel o Gabriel. Tendré que releer el "Paraíso Perdido" de Milton otra vez. :-D

Claudia P. dijo...

wiii, me gusta cuando alguien que
"conozco" escribe relatos.

La temática de éste es además interesante y seguramente situaciones como las que describes son mas comunes de lo que uno se cree.

waaa, besos de piña.