Hay días en que uno se mete con el mundo...en los que admito que le meto el codo a la gente que me empuja en el metro; y no es una agresión positiva en donde quiero darle el golpe, pero simplemente no deseo ser blanco de nadie y la sola conciencia de que si se mete conmigo recibirá la punta de mi codo en su costado me sonroja. Mea culpa.
Hay otros días en los que uno no se mete con nadie...en los vamos por la vida desprevenidos sin esperar nada malo en el camino. Y cuando ello ocurre nos sorprendemos y esto se suma a las molestias que por sí mismo implica el malestar. Ayer fue un día en el que los golpes de codo fueron directo a mi costado, y hoy dudo que hayan sido casualidad, yo ni caminaba cerca....prácticamente abrí un paquete de mensajería y recibí un codazo.
Mi intención es pasármela bien, pero aunque no quiera me zimbra el par de golpes que cada diez pasos me hacen tocarme la cintura. No me postro al suelo y me inundo de drama porque sea lo que fuere, hay que darle a cada persona su importancia y su espacio y cuando alguien del pasado nos manda un codazo quizá lo mejor sea ignorarlo lo más posible.
Al César lo que es del César y lo que no....déjenlo en paquetería, prometo no abrir cualquier porquería.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario