Hoy sueño y amo

Yo siempre digo que todos caminamos movidos por la fuerza, más que de las piernas o el resto del cuerpo; con la fuerza que nos da lo que traemos en el alma.

El mundo se mueve producto de las ideas, de las ilusiones, del amor; es la potencia que tiene cada pensamiento lo que nos hace dar el paso que sigue, es el soñar un poquito con el siguiente momento lo que nos impulsa a todo.

¿Dónde estaríamos nosotros si nadie hubiese soñado con el presente? Con la tecnología, con nuestra ropa, con los libros que leemos, las películas que vemos....nosotros mismos fuimos alguna vez solo la idea de dos personas.

Cuando amamos podemos seguir adelante, porque tenemos un motivo y ellos nos permite vislumbrar un futuro con menos neblina. Yo pienso que el amor nunca deja de estar cerca de nosotros, pero si a veces nos olvidamos que está ahí.

La pasión es una completa paradoja, porque se presenta en nuestras vidas como una fuerza motora que pareciera imparable y al mismo tiempo sentimos que la misma nos consume en un esfuerzo que a veces pensamos interminable. La pasión es una llama intermitente...que puede quemar.

Como seres humanos nos aferramos tanto al amor y a la pasión como nos lo permitamos. Pareciese costarnos el entregarnos por completo, muchas veces el pasado aparece como recordatorio amargo y como alerta para el futuro...y de pronto el amor y la pasión se ven riesgosos, lejanos; peligrosos.

Nadie quiere andar por la vida siendo lastimado, todos queremos, de alguna forma, amar y ser amados; pero nos cuesta la idea de que puede haber dolor de por medio. Entonces sofocamos nuestros amores y nuestras pasiones, ahogamos el grito -te quiero- y lo cambiamos por un abrazo discreto, por una frase breve que no nos comprometa.

Queremos seguir teniendo ideas pero nos aterra pensar en que podríamos fracasar; como si quisieramos correr pero no aprender a caminar por miedo a las caídas. El amor es así, y nos puede lanzar al cielo tantas veces como al infierno. Pero finalmente vale la pena, por eso debemos seguir soñando, ilusionándonos sin pena. Pena el que no sueñe.