Ya no existe quien aprecie a la extraña y empequeñecida raza que conformamos los que lo damos todo por el otro, que dividimos el único pedazo de carne para compartir, que callamos cuando silenciosamente cambiamos las sábanas de la cama desnuda de otro. Sacrificios absurdos que nadie pide y ni nota.
Soy la mamá de todos y al mismo tiempo de nadie, perdida porque no encuentro a los otros 3 sobrevivientes y al moribundo de mi misma especie. Para lamernos unas heridas pequeñitas, pero profundas, que supuran aún. Para reconstruirnos las corazas, reforzarlas y regresar al mundo para finalmente extinguirnos sin luchar.
Las cosas materiales van y vienen , lo entregado en tiempo y materia ya fue digerido, pagado, usado y lavado; pero el corazón no, ese ya no quiere ir y venir. Ya se queda conmigo y de paso sus beneficios.