3.4.07

LOS 41



Bloggeando me encontré con una historia que aunque no doy por verdadera por tener en la mano los pelos de la burra o mínimo las hojas de un periódico; vale la pena repetir para ir escarbando en los mitos urbanos y en las viejas historias que rodean a nuestro folklórico país...o a aquellas personas que lo hacen folklórico.

En el siglo pasado, el número 41 se asociaba con la homosexualidad masculina ¿se han preguntado por qué? Corren rumores de que en 1901, un grupo de aristócratas de Guadalajara organizaron una fiesta exlusiva para varones en donde todos portaban ropas femeninas (inclúyanse pelucas, vestidos, postizos, tacones y bolsos) ¿Cuantos eran los invitados? ¡42! ¿Entonces por qué el mentado número es 41? Porque al ser denunciada la inmoral celebración, se extendió al presidente Porfirio Díaz un listado con los 42 nombres y uno de ellos resultó el de su yerno Ignacio de la Torre. Sí, hasta en la historia de la homofobia hay corrupción.

Sólo imagínense la redada, collares de perlas reventándose y cayendo al suelo en piezas, pelucas que salieron volando, bigotes siendo limpiados de rastros de labial rojo y tacones repiqueteando bajo las enaguas recogidas de las sorprendidas "damas".

Lo más interesante de esta historia es esto; resulta que a los hombres encontrados en esta poco usual fiesta recibieron un castigo ejemplar por faltar a los cánones de la moral: Fueron desterrados ¿A donde los mandaron? ¡ A Yucatán !. Sí...leíste bien, enviaron a los 41 al estado de Yucatán y se les asignaron labores de último rango en las grandes haciendas; cambiaron los encajes por las alpargatas y abordaron un tren que los alejó de sus familias deshonradas. Una versión menos popular de la historia, cuenta que en viaje en tren hacia Yucatán se les obligó a vestir ropas femeninas, lo que les valió más de 10 insultos y pedradas.

Ya pasaron 100 años, y aunque el destierro ya no es parte conocida de la represión ideológica hacia los homosexuales, no se ha avanzado mucho en materia de tolerancia, en donde se considera a los homosexuales como obsesivos sexuales que "atacarán" o faltarán al respeto a cualquier persona de su mismo sexo. Una vez escuché a un amigo gay responderle a un homofóbico -Por supuesto que no te voy a hacer nada, ni te volteo a ver ¿Te crees muy bueno? ¿o qué?-. Muchas mentes empolvadas segregan a estos grupos asignándoles manías voyeuristas y adicciones sexuales inexistentes; se olvidan de que son tan selectivos y tan promiscuos como lo puede ser cualquier heterosexual.

Yo siempre he pensado ¿Qué rayos nos importa lo que haga el vecino en la cama? No creo que sea incumbencia de nadie excepto para la pareja involucrada; sería tan justo como discriminar a Juana porque le gusta el sexo de pie o porque a Chonito le gusta de perrito. ¿Qué carajos tenemos que juzgar? ¿Quién nos preguntó? En un México en donde reina la solidaridad machista y la mojigatería intensa, ya no se destierra a nadie, pero si se hacen condenas de muerte...social.

Antes fueron 41 los expuestos Ahora son muchos más los que se descubren ante la sociedad y no necesariamente con vestidos ni con bigotes maquillados...¿Será que de 1900 para acá hemos avanzado? Han pasado 100 años desde el incidente de esos 41 y ahora nuestra Constitución incluye leyes de convivencia homosexual ¿Provocará que haya reunioncillas de moralistas que afuera de los juzgados tiren piedras, en vez de arroz a los recién unidos? Tristemente es seguro; las minorías siempre parecen ser insultantes para las solidarias mayorías, como si lo que hacen estas parejas en lo oscuro resultara amenazante a su propia sexualidad.

Así es...el 41 es el número escarlata mexicano de los viejos tiempos y ha sido retratado en las láminas de Posadas, descrito en revistas populares de 1900 como "La Guacamaya", retratado por el pintor Antonio Ruiz "El Corzo", recordados en el libro "Los 41" de Eduardo A. Castrejón y las páginas de Monsiváis y en recuentos históricos los movimientos gays de México y el mundo.

¿Qué traerá la política futura a nuestro estado y a nuestro país? Sólo nos queda esperar...que no nos den manuales de buenas costumbres en la cama.

4 comentarios:

Antronautus dijo...

Según mala creencia XLI también es la edad de las ilusiones. Precisamente por eso. La constitución puede estar redactada de cualquier manera, el caso es que los moralistas jueces de la Suprema Corte la leen diferente. ¿No me crees? Tengo un libro de lo que piensa el ministro Mariano Azuela de los escots y las minifaldas.

Galleta Chicken dijo...

Si te creo y me aterra saber que es totalmente cierto. Que interesante lo de Mariano Azuela ¿cómo se llama el libro?

Antronautus dijo...

http://www.jornada.unam.mx/2006/12/12/index.php?section=sociedad&article=048n1soc

Galleta Chicken dijo...

¡ Madre mía !
Cuando yo iba a trabajar con escotes nadie se quejó... exceptuando a dos viejas celosas, jajaja.

¿Diplomado? Híjole, en vez de andar ocupándose de pendejadas, deberían ponerse a trabajar que tanto le hace falta al país que presten atención a lo realmente importante.

Ahora resulta que no pueden ir a un table sin que la Santa Inquisición, perdón la Judicatura Federal les caiga encima a librazos en el coco; que no chinguen.

No sé si reir o llorar, neta.